lunes, 21 de diciembre de 2015

La ética kantiana: el hombre como fin en sí mismo

La ética de Kant es algo con lo que nos topamos de alguna u otra manera en las clases universitarias y que a la gran mayoría de personas le resulta complicado entender por los términos que se usan. Para otros les termina pareciendo muy abstracta o muy rígida. En el presente escrito trataré de presentar una interpretación de la ética kantiana de tal manera que sea más fácil de entender y que puede ser combinada con las ideas éticas de Habermas y de Honneth.

¿De donde parte el edificio ético de Kant? De un hecho: En nosotros mismos tenemos la idea del deber (sin necesariamente darle un contenido concreto): Hablamos de que las cosas "deberían" ser así por ejemplo. Pero en la naturaleza no hay nada que nos dice que las cosas deben ser de una manera, simplemente son. Entonces esa idea de deber proviene de otro lado: de nuestra Razón misma (Esto lo dice en la Crítica de la Razón Pura). Esto lleva a dos cuestiones: 1. Que la razón es capaz de no depender de la naturaleza, tiene fines propios (la idea del deber) y 2. Está en todos y todas en tanto que tengan Razón, es algo universal. A la vez estos dos puntos lleva a una nueva idea: que el hombre al ser capaz de tener fines propios, se vuelve en un fin en sí mismo (que se pone fines para sí, sin depender de la naturaleza). Ahora cabe precisar que la idea del deber no es algo respecto al conocimiento de la naturaleza sino más hacia el lado del actuar de las personas.


Entonces todo la ética se basaría en actuar acorde a todo ello: Tratar a todos como fines en sí mismo y nunca como medios. Es universal no solo porque todos y todas tienen razón sino porque también es incondicional dado que está fuera del reino de la naturaleza (donde todo está condicionado, todo depende de algo más, causa-efecto). Pero esto es un universalismo vacío como dirá Francois Vallaeys. El mismo hecho de que las personas son fines en sí mismo hace que debamos evaluar cada circunstancia para ver cómo es la mejor forma acorde a ello. No hay una fórmula concreta de cómo actuar. Pero lo importante es que para ser coherente con esa idea es que debemos dialogar con los demás porque solo así sabremos que es lo mejor para cada uno (y no actuar creyendo que lo mejor para el otro no es lo que uno mismo cree). Ahí viene la relación con la ética de Habermas. Además supone un compromiso por la realización de los fines que tienen los demás. Y ahí vendría la relación con la ética de reciprocidad de Honneth.

Solo actúan así se es libre realmente: 1. Porque solo por medio de la preocupación de los fines de los demás uno podrá realizar sus fines propios (porque esos fines también están en relación con los demás. Es la idea de libertad social). 2. Porque nos elevamos del reino de la naturaleza donde todo se ve sometido por la ley de causa y efecto y somos capaces de determinar nuestra propia causa (que no está en el reino de la naturaleza, el deber, el hombre como fin en sí mismo), somos agentes de nuestro propio destino.

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